marzo 28, 2024

Por José Guadalupe Rocha Esparza

El dolor del cuerpo, sea físico o del corazón, es parte de la vida, pero encararlo en toda su plenitud, entre el caos y la incerteza de los difíciles momentos, es actitud guerrera, misma que mide la distancia entre el dolor y el sufrimiento, haciendo que el ser humano reviva como el ave fénix o como Viktor Frankl que sobrevivió en los campos de concentración nazis.

No podemos ignorar ese dolor en nuestro cuerpo, esos sufrimientos asociados al cuerpo a lo largo de nuestra vida, pero saber encontrar en ella también la emoción combativa de afrontarlo sin rendirnos, sobrellevarlos y adaptarse a ellos como aguerrido campeador, así sea fibromialgia, espalda, daños neuropáticos irrecuperables, Parkinson o jaquecosos y migrañosos.

La vida es mucho más prodigiosa que nuestros dolores, frustraciones, cansancios o pérdidas. Renacer del infortunio, de las contrariedades, es parte constitutiva de nuestro ser. Nos pueden quitar todo, menos la actitud personal que no se desmorona. Hoy tenemos la capacidad de levantarnos, escupir el polvo del camino y de mirar aún más lejos que antes: molta forza.

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