marzo 28, 2024

Nada hay más tonto que tratar en broma las cosas serias; 

como tampoco lo hay más divertido que disertar sobre

 necedades de tal modo que a nadie le parezca que lo sean.

Erasmo de Róterdam

Por Efraín Moreno Arciniega

En la historia de la literatura ha estado siempre presente el debate sobre la traducción realizada al español de la obra de Erasmo de Róterdam con el título de “El elogio de la locura”; en el sentido de que esta traducción con este título de dicha obra es incorrecta.

Dicen los estudiosos del latín y del mismo Erasmo, que si él hubiera entonces querido decir en esta su obra la palabra “locura”, hubiera utilizado el término “Insania”; que efectivamente en latín quiere decir locura.

El título original de esta obra de Erasmo en latín fue: Stultitiae Laus, que literalmente, dicen algunos, puede traducirse a nuestro español como, “El elogio de la Majadería”; aunque también en esto puede haber algunas dudas, puesto que en latín dicho término tiene también otras acepciones como: necedad y estupidez. Lo que da ocasión a también a haber traducido la obra con títulos como: “El elogio de la necedad”, o “El elogio de la estupidez”, pero no el de “El elogio de la locura”.

La Real Academia de nuestra lengua, traduce “locura” como:

  1. Privación del juicio o del uso de la razón.
  2. Despropósito o gran desacierto.
  3. Acción que, por su carácter anómalo, causa sorpresa.
  4. Exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por algún afecto u otro incentivo.

Y también como dos locuciones:

Una adverbial; para referirse a Muchísimo, extremadamente.

Y una adjetiva; para referirse a algo extraordinario, fuera de lo común.

Para los que hemos leído esta obra y somos hablantes del español, es claro que, por lo que allí se señala, no se está hablando de hombres privados del juicio o de la razón. Si acaso pudiéramos admitir la locución adjetiva de “algo extraordinario o fuera de lo común”. Aunque no sé, si en el tiempo en que esta obra se tradujo al español, ya se traducía la palabra “locura” admitiendo esta locución adjetiva.

Estamos pues, con esto, en el centro de dos problemas interesantes:

Lo complejo que es la comunicación entre los hombres con términos abstractos.

Y si en cualquier idioma existen palabras equivalentes que expresen la idea de palabras de otros idiomas.

 Giovanni Sartori, en su libro “La carrera hacia ningún lugar”, señala sobre el lenguaje:

El homo sapiens, debe todo su saber y todo su progreso a la capacidad de abstracción. 

Explica que hay dos tipos de palabras que usa el hombre para comunicarse: 

“Las palabras concretas”, que son símbolos que evocan “representaciones” y que devuelven a la mente imágenes de cosas visibles y que hemos visto; tales como, dice Sartori, como las palabras: casa, perro, gato, etcétera.

Y “Las palabras abstractas”, cuyo significado no se puede reconducir ni traducir en imágenes; nación, Estado, democracia, son conceptos abstractos, elaborados mediante procesos mentales abstractos, que designan entidades construidas por nuestra mente.

Para Sartori, todo el saber del Homo Sapiens se desarrolla en la esfera de un mundus intelligibilis (de conceptos y de constructos mentales) que no es en modo alguno percibido por nuestros sentidos.

Sin embargo, esta teoría general sobre el lenguaje abstracto, tiene, como lo estamos viendo con este problema de la traducción de esta obra de Erasmo de Róterdam, algunas dificultades cuando se aplica en las lenguas maternas en lo particular:

En alguna parte del mundo alguien crea una palabra abstracta o amplía el significado de alguna ya creada; y en algunas lenguas maternas, dicha creación, no tiene palabra abstracta equivalente.

José Antonio Marina nos dice al respecto:

Erasmo, en el prefacio que dirige a su amigo Tomás Moro, advierte que.

“Así como nada hay más tonto que tratar en broma las cosas serias; tampoco lo hay más divertido que disertar sobre necedades de tal modo que a nadie le parezca que lo sean”.

Con esto, tal parece que Erasmo nos dice que no nos perdamos en esta discusión sobre el título de esta su obra; sino que pongamos atención a las necedades que se discutían en su tiempo a las que abordó allí como si fueran cosas importantes para burlarse sin duda tanto de los seguidores del Papa como de los de Lutero.

¡Un saludo para Tod@s!

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