marzo 28, 2024

Por José Guadalupe Rocha Esparza

Ignacio Ovalle inicia el primer capítulo de su ensayo “Evolución de la conciencia” con una cita de Cicerón: “La ignorancia del bien y del mal es lo que más perturba la vida humana”, pandemónium de intereses que divide y enfrenta hasta la muerte a pueblos e individuos, un enigma que plantea la mente humana, incógnita que el autor deja a cada uno elegir entre ambas.

Ovalle, 1945, menciona la ética como vital en la comprensión del fenómeno humano, esencia de los asuntos trascendentes y discusiones; móvil de las leyes y de quienes se oponen a ellas; corazón de las costumbres y pleitos individuales; objetivo de búsquedas místicas y argumento central de luchas políticas. Concluye el maestro que atravesamos por una crisis de valores.

Habla del trabajo como un nicho creativo de gozo, expresión, autorrealización y trascendencia, un desgaste físico pero balsámico, dado que cura, restaura, reanima y garantiza paz interior. Termina diciendo sobre el íntimo ritual de gratitud de su padre, el médico Inocente Ovalle Fonseca, por “las oportunidades breves y magníficas que brinda la vida”.

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