marzo 29, 2024

Por Sergio Mejía Cano

Hay una película de 1997 que en nuestro país se tituló como “El abogado del Diablo”, con el actor Keanu Reeves en el papel del abogado y Al Pacino, como el Diablo, en donde la trama principal en sí, es la vanidad, pues constantemente el Diablo dice: “ah, la vanidad, mi pecado favorito”. Y es precisamente la vanidad de mucha gente, casi nata en la mayoría, si no es que, en todos los humanos, la que nos ha llevado en cierta forma a alguna desgracia en nuestras vidas.

Se han documentado casos de integrantes del mundo del espectáculo que han puesto en riesgo sus vidas debido a cirugías estéticas, como el caso muy sonado de la cantante y actriz Lucha Villa, quien dejó de ejercer su carrera artística, por las consecuencias sufridas después de una operación para darle más vista a su cuerpo. Lo mismo la también cantante Alejandra Guzmán, de quien se informó que estuvo también a punto de perder la vida, precisamente después de una operación de busto y caderas, y todo por haber ingresado a su organismo substancias químicas nada compatibles con el organismo humano.

Estos son nada más dos casos emblemáticos; pero existen infinidad de actores, actrices y cantantes de todos los géneros que en cierta forma han visto cómo se ha destruido sus caras, aunque primeramente hayan quedado bien de las cirugías y que, con el tiempo, devienen las secuelas y consecuencias cobrándoles un alto precio a pagar por su vanidad. Y no nada más personajes del mundo del espectáculo, sino también de los deportes y hasta del mundo político se han dejado llevar por esa vanidad que en sí, hace nada más que quien recurre a esos arreglos de cara y cuerpo, se engañen nada más a sí mismos, pues por lo regular, las cirugías estéticas se detectan de inmediato y más, cuando al pasar el tiempo dan de sí teniendo que necesitar un arreglo inmediato so pena de que colapse la operación anterior y se sufran más consecuencias.

También han sufrido, sufren y seguirán sufriendo gracias a la vanidad, personas de ambos sexos que, por querer lucir mejor, supuestamente, hacen arreglar su cuerpo y cara; pero el problema viene posteriormente no nada más para quienes recurren a cirugías estéticas, sino para sus propios familiares, pues constantemente se documentan casos de mujeres y varones cuyos cuerpos quedaron tendidos en una plancha de alguna de las tantas clínicas “patito”, de las que muchas de ellas no cuentan tan siquiera con permisos para ejercer y atendidas la mayoría de estas clínicas clandestinas dizque de belleza por supuestos médicos o médicas sin título profesional o también patito.

Lo malo de todo esto es que se ha llegado a documentar y comprobar que, estos supuestos médicos de belleza, utilizan hasta aceite para vehículos automotrices, ceras y parafinas que, podrían inflar momentáneamente cachetes y glúteos; pero que después de un tiempo relativamente corto, se derrite haciendo ver esa supuesta estética en una masa grotesca.

Lo más común entre mujeres y varones, son técnicas de “liposucción” que consiste supuestamente en extraer grasa corporal, principalmente del abdomen; sin embargo, y a pesar de ser considerada como una operación de poco riesgo, se han dado casos en que personas que se han sometido a esta técnica no han sobrevivido o posteriormente llegan a tener consecuencias muy dolorosas y, precisamente también de consecuencias estéticas que, quienes se someten a estas técnicas tendrán que seguir con ellas hasta que su cuerpo ya no aguante.

Pero no nada más son las operaciones estéticas las que representan o pudieran representar cierto riesgo en la salud, sino hasta los tintes para el pelo, barba y bigote, han tenido sus consecuencias, ya que hubo un tiempo en que algunas personas llegaron a sufrir intoxicaciones corporales después de haberse aplicado un tinte de pelo; intoxicaciones fuertes, pues se dieron casos de mujeres y hombres que tuvieron que ser internados en sanatorios para desintoxicarlos, determinando los médicos que la intoxicación era debida a los componentes químicos de la sustancia en el tinte. Y quién no llegó a mirar conocidos o familiares varones con granos alrededor de su boca y nariz, como consecuencia de haberse aplicado pintura para oscurecer su barba y bigote o el puro bigote. Y así se podría seguir con infinidad de daños y efectos colaterales generados a la vanidad de las personas que no toman en cuenta que lo natural siempre será mejor que lo artificial; pero que les gana la vanidad, el pecado favorito del Diablo.

Sea pues. Vale.

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