marzo 28, 2024

Dos linajes hay en el mundo, como decía

una abuela mía, que son: el tener y el no tener.

Aunque ella al de tener se atenía

Miguel de Cervantes Saavedra

Por Efraín Moreno Arciniega

A Norma CH

Hannah Arendt, la extraordinaria filosofa del siglo XX, escribió un libro que fue publicado con el título “Entre el pasado y el futuro”; conformado por varios ensayos escritos por ella entre los que está uno que intituló “La tradición y la modernidad”.

En él contrasta, entre otras cosas, lo que fue el pensamiento sobre la sociedad en la Grecia Antigua frente a lo que fue el pensamiento de ello en Carlos Marx; fundamentalmente en sus concepciones respecto del Estado, las clases sociales y el trabajo.

Asunto que viene muy a modo ahora que el presidente de México en esta reciente celebración del 212 aniversario del inicio del movimiento de nuestra independencia, a los gritos de “vivan los héroes que nos dieron patria y libertad”, agregó uno más: ¡Muera el clasismo!

Porque justamente en este ensayo de Hannah Arendt se aborda el ideal de Carlos Marx de construir con el comunismo una sociedad sin clases; que es a lo que se refiere, supongo, dicho grito de nuestro presidente.

 Para Hannah Arendt el rompimiento de Marx con la tradición griega sostenida por Platón fue negar la posición de este en el sentido de que la solución de los problemas del hombre y la sociedad no estaban en este mundo; pues para Marx la solución de dichos problemas sí eran cosa de este mundo, haciendo con ello que la filosofía volviera a ocuparse de los asuntos políticos de la que Platón la había alejado. Pero conservó de la misma, las ideas del ocio griego, el estado, el trabajo y el concepto del hombre libre.

Hannah Arendt señala al respecto:

La polis ateniense funcionó sin una división entre gobernantes y gobernados, de modo que no fue un Estado, si usamos este término, como lo hizo Marx, de acuerdo con las definiciones tradicionales de formas de gobierno; es decir, gobierno de un solo hombre o monarquía, gobiernos de unos pocos u oligarquía y gobierno de la mayoría o democracia…

No sólo en Atenas, sino a lo largo de la antigüedad y hasta la época moderna, los que trabajaban no eran ciudadanos y los que sí lo eran ante todo no trabajaban o poseían algo más que su capacidad de trabajo.

Estas dos ideas de la antigüedad clásica las retoma Marx para proponer su idea de la nueva sociedad:

Una sociedad sin clases sociales y en consecuencia sin Estado.

Y una sociedad donde el hombre no trabajará porque tendrá resuelto todas sus necesidades de subsistencia a consecuencia de la alta productividad que existirá en la misma, gracias a las creaciones tecnológicas que el mismo hombre logrará; lo cual hará necesario que el hombre se apropie de los medios de producción y cambie las formas de producir a través de la creación de la sociedad comunista.

Es importante hacer notar una diferencia entre el ocio griego y el de Marx.

Para los griegos, el ocio para los hombres libres era necesario para poder atender los problemas tan complejos que implicaban los asuntos de la polis.

Para el marxismo, el ocio de los hombres será sólo un placer; la sociedad sin clases hará que los problemas en la misma serán mínimos. Esto llevó a Lenin, citado por la misma Arendt, a señalar:

El tiempo de ocio se ve como algo que existe en ausencia de un Estado o en condiciones en que, según la famosa frase de Lenin que trasunta el pensamiento de Marx con gran precisión, la administración de la sociedad se simplificará tanto que cualquier cocinera podrá asumir su conducción.

Obviamente, en tales circunstancias todo el manejo político, la simplificada “administración de las cosas” de Engels, podría interesar sólo a una cocinera o, en el mejor de los casos, a esas “mentes mediocres” a las que Nietzsche creía mejor cualificadas para ocuparse de los asuntos públicos.

Pues vaya que la muerte del clasismo tiene muchas cosas interesantes sobre las que hay que reflexionar; aunque sus defensores tendrán que pensar en algunos cuestionamientos que se han hecho al marxismo y que el mismo no ha podido resolver:

¿Qué pasará cuando “el trabajo sea abolido” en “el reino de la libertad”; cuando el hombre haya conseguido emanciparse de él? ¿Qué actividad productiva y esencialmente humana le quedará?

¿Qué pasará cuando, después de la finalización de la lucha de clases y de la desaparición del Estado ya no sea posible ninguna violencia? ¿Cómo podrán obrar los hombres de un modo auténtico y significativo?

Y, ¿qué tipo de pensamiento se conservará?

Hannah Arendt muere en 1975. Sin duda supo de los grandes esfuerzos que muchos países en el mundo hacían por hacer realidad la sociedad de Carlos Marx. Aunque también supo, sin duda, de las atrocidades que a nombre de esa sociedad los gobernantes y lideres de esos mismos países cometieron, y muchos los siguen cometiendo, en contra de sus ciudadanos. Ella ya no supo de la caída del Muro de Berlín en 1989; ni de la desaparición de la URSS en 1991; como tampoco ya no se enteró del evidente fracaso de esa sociedad sin clases en muchos países del mundo.

Por lo pronto pensemos qué sigue en México después de la muerte del clasismo.

Tal vez algunos estén considerando que dado los insignificantes problemas que hoy tiene el país, es el tiempo de la cocinera de Lenin; o quizá, el tiempo de alguna mente mediocre de Nietzsche.

¡Un saludo para Todos!    

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