marzo 28, 2024

Por José Guadalupe Rocha Esparza

Hermosa Guadalajara y adolorida capital de Jalisco.  Camellones amplios y arbolados, barrios salpicados de parques, conjugación de construcciones tradicionales con edificios ultramodernos; tráfico de infarto y contaminación, torres vacías, destrucción del patrimonio arquitectónico con abandono de la infraestructura. La agraciada ciudad y la inseguridad rampante e imperante.

La glorieta de los Niños Héroes es hoy la glorieta de los Desaparecidos. La Madre Patria, que antes lo miraba todo desde la cumbre, baja su vista hacia el dolor que circunda la otrora plazoleta del bicampeonato del Atlas. Las virtudes que antes florecían entre las rosas que le dieron nombre a la Perla Tapatía se esfumaron por el dolor, rabia e impotencia de los tapatíos.

Pobladores con talento, artistas y deportistas brillantes, gente imaginativa, arrojada e innovadora, coexisten con una sociedad de bostezo, conformista e hipertradicional. Los temerarios y los timoratos; sueños e ideales; miedos y prejuicios. José Clemente Orozco escribió. “Lo que vale es el valor de pensar en voz alta”. Por ello, unos actúan y otros callan ante la canallada.

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