marzo 29, 2024

Por Socorro «Coco» Valdez Guerrero

Con sólo tres años de edad, conoció y vivió la brutalidad policiaca en el Estado de México. Comprobó el odio que ejerce un policía contra el ciudadano en cada golpe, incluso la saña contra mujeres. La vida de su familia está en peligro y corre el velo de la amenaza. La noche para esa pequeña, ya no es igual, cierra los ojos y regresa a su mente el ¡Miedo! No duerme bien y despierta con sobresaltos.

Refleja temor al uniforme de policía. Llora, la espanta cualquier ruido. El abuso y la violencia que vio contra su familia del “Grupo Táctico de Avanzada” de Ixtapaluca dejaron traumas permanentes. Su infantil rostro lo demuestra, sus manitas, su cuerpecito son evidencia de miedo. Ve a un policía y tiembla, suelta el llanto y todos le causan temor. Se tapa la cara, pero las imágenes le vuelven una y otra vez. Recuerda bien que asfixiaban a su hermanito, que aventaban y pateaban a su mamá, cacheteaban a abuela y a su padre lo zangoloteaban.

Narra cada golpe al rostro de su madre, de su padre y los gritos de auxilio para detener la violencia. Sabe que llegaban cada vez más policías con sirena abierta, pero no en auxilio de ellos, sino de los policías. Veía que la amenaza era mayor, y los golpes cada vez más agresivos, mayores los insultos. La gente se aglomeraba, también pedían y gritaba que los dejaran, que no cometieran ¡Abuso! Era sólo un incidente menor, con otras mujeres, y un automovilista que se volvió caos y violencia. Que los policías lo desbordaron.

No pusieron orden, agrandaron el problema y provocaron agresiones. Se involucraban ellos y otros. Detenían, amenazaban a todos con la pistola en sus rostros. Cortaban cartucho en señal de advertencia y ella, esa pequeña seguía temblando de miedo. Creía iban a disparar a sus papitos. La gente gritaba y ella, los veía con más temor. Nadie reparó en su llanto ni hacían caso a que dejaran a su “mamita”.

A su corta edad, presenciaba una golpiza a su familia en aquel domingo ocho de junio, que no imaginaron ser víctimas de quienes estas obligados a prevenir delitos y evitar abusos. Después, más abuso, los acusaban de “alterar el orden en vía pública” -folio 062492- e imponían multa -799 pesos-, igual que en aquel reciente caso del municipio de Nezahualcóyotl. Ellas también eran mujeres que fueron violentadas por policías, aquí una familia detenida por un incidente verbal al circular por Boulevard San Buenaventura, colonia “La Venta”, en Ixtapaluca, Estado de México. La familia agredida, no eran más de seis integrantes, con la niña y un jovencito, aquellos, un escuadrón armado del “Grupo Táctico Avanzado”, en el que iba un policía de apellido Echeverría y otro de nombre Miguel Ángel -ambos golpeadores- de la unidad 702.

Cubiertos a medio rostro ejercieron su “autoridad” y detuvieron a todos. Se llevaron hasta algunos testigos que exigían no golpear a la familia, a las mujeres. En el SMTP (Sistema Municipal de Tecnología Policial), también recibían trato despótico, agresión verbal, acoso y se solapaban unos a otros, protegía a los policías violentos. No daban nombres, se manejaban en el anonimato tras cubre bocas que sirvieron más que para evitar un contagio, para cubrir su identidad.

Sólo su complexión robusta de uno, su tez morena y la vulgaridad, su trato soez, de ambos los caracterizaba como policías. Todos se veían iguales, policías agresivos que ¡Imponían! y Amedrentaban a sus víctimas con actitudes abusivas y de acoso con videograbaciones a mujeres. Lanzaban las luces de su celular en los rostros de ella para contrarrestar que los grababan para obtener evidencia de sus actos policiacos.

Había llanto y preocupación por la detención de su hijo. Era sólo una familia, y ellos todo un equipo táctico, con más de cinco unidades y poco más de 20 policías. Unos miraban el abuso, otros lo ejercían y otras sólo insultaban. Los golpes quedaban en un certificado médico -hematomas y excoriaciones- y en esa pequeña, ¡miedo atroz!, zozobra de la amenaza que aún recibe su familia para evitar la denuncia y un fuerte trauma por la violencia de uniformados contra sus padres.

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