marzo 28, 2024

Por Sergio Mejía Cano

El 12 de octubre se considera en nuestro país como “El día de la Raza”, debido a que se ha documentado que este día, pero de 1492, llegó a las costas del Caribe el navegante genovés Cristóbal Colón, pensando quizás, de acuerdo a lo dicho históricamente, que había llegado a Las Indias.

Sin embargo, ¿de cuál raza, de la contemporánea, de la que existía antes de la llegada del almirante Colón, de la que se exterminó por parte de los europeos? ¿De cuál raza en sí?

Desde luego que mucho se ha especulado si en realidad Colón fue el primer europeo o de otra parte del mundo, en haber pisado las costas de esta parte del hemisferio occidental, porque también se ha dicho que fueron los asiáticos, los noruegos, los fenicios y gente venida de otras latitudes del orbe, incluso de Grecia, por aquello de que supuestamente Sócrates habla del continente perdido denominado como “La Atlántida”; pero el caso que nos atañe a nosotros como mexicanos, es el daño y genocidio cuando la invasión de los españoles se extendió al interior del continente que ahora conocemos como América.

Por increíble que parezca, hubo un tiempo en que muchos mexicanos vanagloriaban y se vanaglorian, de la llegada de Cristóbal Colón a estos lares y hasta lo enaltecen considerándolo un benefactor y un bienhechor, siendo que varios historiadores, adentrándose un poco más allá de lo oficial, han descubierto que Colón no fue lo que se dice que fue, sino que fue un genocida y hasta tratante de esclavos, llevando nativos de las tierras por él invadidas a la península Ibérica, para venderlos como esclavos, claro que a los que sobrevivían al viaje a través del Atlántico, así como demostrar una saña inaudita, escrita por la misma gente que lo acompañó en esa aventura para descubrir un paso hacia Las Indias; como se ha documentado que lo denunció Bartolomé de las Casas, quien tuvo que convertirse en sacerdote para poder proteger mejor a los nativos de las tierras que pisaba Colón.

Viéndola bien y en retrospectiva, en sí no hay nada qué celebrar en cuanto a la llegada del almirante genovés, pues ahora se sabe, y quizás desde siempre, nada más que la información permaneció oculta durante muchos años, tal vez para no romper el esquema de que don Cristóbal llegó a hacer el bien y no el mal, tal como sucedió en realidad.

Recuerdo que allá a principios de los años 60 del siglo pasado, en la escuela primaria se festejaba el 12 de octubre lanzando loas al “descubridor de América”, e incluso se nos hacía cantar letras referentes  a la “hazaña” realizada por el almirante. Aún recuerdo cómo empezaba una de esas canciones, pues nunca se me ha olvidado la introducción que decía: “Si la reina Isabel, ricas joyas, a su empresa solícita dio, al valiente y osado marino…”. Y claro, todo esto posiblemente haciendo gala de que la historia la hacen los vencedores; sin embargo, como todo sale a flote con el tiempo, y gracias a que siempre hay otras formas de documentarse para no quedarse con una sola idea contada por los adoradores de don Cristóbal, esas otras lecturas han ayudado a mucha gente abriéndole la mente y saber un poco más de lo que era en realidad el osado marino.

Por desgracia en nuestro país hay calles y avenidas que llevan el nombre de Cristóbal Colón, libros en donde lo ensalzan como un prócer, así como asociaciones civiles, como una que por lo menos había en Guadalajara, Jalisco, que se denominaba “Los Caballeros de Colón”, una asociación similar a la del Club de Leones y Los Rotarios que, posiblemente hayan perdido fuerza o representación. Pero en mi etapa de músico me tocó ir a una celebración de Los Caballeros de Colón, en un casino de la colonia Jardines del Country, en donde los varones asistentes vestían a la usanza de cómo pintan que vestía el navegante genovés.

El pianista de la orquesta en que un servidor tocaba la batería, me hizo ver que todas las fiestas eran iguales, y así los asistentes fueran de la alta sociedad o de un barrio popular, después de media fiesta, todos comenzaban a comportarse de la misma forma; y sí. Al inicio de la fiesta después de las alabanzas y rezos a Colón, la música muy bajito, puras melodías ambientales y para amenizar la cena; pero ya después, todos bailando desenfrenadamente y pidiendo más volumen a la música.

Tanta fuerza llegó a tener el nombre de Cristóbal Colón en nuestro país que, cuando a una pulquería le pusieron “Los Caballeros de Colón”, hubo protestas, por lo que le cambiaron  a decir: “Las mulas de don Cristóbal”.

Sea pues. Vale.

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