marzo 28, 2024

Por Sergio Mejía Cano

Pues de nueva cuenta vuelve a estar en el ojo del huracán político, la señora Rosario Robles Berlanga, exjefa de Gobierno del entonces Distrito Federal y excolaboradora del Gabinete de la pasada administración de Enrique Peña Nieto; tal vez, ahora sí, al haber comprobado fehacientemente en cabeza propia que la dejaron colgada de la brocha, y de que aquello de “Rosario, no te preocupes”, fue nada más de momento y no para siempre.

Ahora la señora Robles Berlanga, está dispuesta a colaborar respecto a lo que desde su detención negó rotundamente. Negación de los hechos de los que se le acusa y, que precisamente entre alguna de esas acusaciones, fue cuando recibió el espaldarazo de su entonces jefe, Peña Nieto, aquel mes de abril del 2013 cuando era acusada precisamente de desvío de fondos para las campañas políticas, estando la señora al frente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol); pasando a ocupar posteriormente la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (Sedatu), ambas Secretarías hoy señaladas como involucradas en lo que se ha dado en llamar la “Estafa Maestra”, debido a un supuesto desvío de recursos públicos por más de 7 mil millones de pesos.

O es muy ingenua doña Rosario o le tuvo mucha fe a Enrique Peña Nieto y demás camarilla señalada como involucrada en esos grandes desvíos económicos en detrimento del erario. Ingenua tal vez, porque no valoró en sí que ella no era en realidad parte del equipo que gobernaba en aquel entonces, ingenua porque debió prever que posiblemente fue utilizada precisamente para el sacrificio, para en caso, como ahora ha salido a la luz dicha estafa, tuvieran un chivo expiatorio que pagara las cuentas de las patrañas ideadas desde la cúpula gobernante.

La señora Robles Berlanga, debió intuir que ella no pertenecía a ese grupo compacto emanado de Atlacomulco, estado de México, por lo que todo lo que les ayudara a hacer y deshacer, ella misma sería quien cargaría con toda la culpa.

Posiblemente a doña Rosario le cantaron bonito para que colaborara en todo lo que ahora se le inmiscuye o tal vez la tenían bien agarrada por algún ilícito cometido por ella, por lo que colaborando con el Gabinete de Peña Nieto, podría librar ese mal paso; pero haciendo todo lo que se le ordenaba so pena de dar a conocer alguna anomalía cometida por la señora desde que fungió como presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y sobre el desaguisado en el que se vio envuelta con el argentino Carlos Ahumada, por lo que Peña Nieto o el que se dice era el poder tras el trono, Luis Videgaray Caso, le advirtieron que si se pasaba de la raya, ahí estaban las pruebas de sus malos pasos en la administración tanto partidista como en la Capital de la República. Así que jalas o jalas; pero Rosario, no te preocupes, le dijeron, si jalas como es debido y te prestas para hacer todos estos chanchullos, vas a estar protegida por siempre y para siempre.

Sin embargo, ya vio la señora Robles que no ha sido así, pues la abandonaron a su suerte y para que se rascara con sus propias uñas. Tal vez pensó la señora que nomás iba a ser un tiempo de dos meses en el bote para despistar al enemigo; pero al ver que ha pasado más tiempo y nada de nada en su ayuda, pues ahí te ves. Así que a la mejor por eso ya se cansó de esperar y ahora sale con que quiere aprovechar y apegarse al “criterio de oportunidad”, y pasar a ser testigo protegido, para así pasar a recibir algunos beneficios en caso de que se le declare culpable de toda culpa; ah, pero eso sí, llevándose entre esa probable culpabilidad al menos a uno de los que la indujeron a dar su mal paso: Luis Videgaray, y éste a su vez, posiblemente tampoco se quiera ir solo y quizás nombre a otros más de los involucrados, inclusive y a la mejor, a Peña Nieto; aunque esto es poco probable, pues doña Rosario de entrada ya lo exoneró, pero a la mejor nada más para desviar la atención y esperar mejor momento para que truene el cohete en una ocasión más propicia.

Los grupos elitistas suelen ser selectivos, por lo que Rosario Robles debió haber recordado a Luis Donaldo Colosio quien en sí, no pertenecía al grupo de Carlos Salinas, y que fue seleccionado precisamente para ser sacrificado, pues al fin y al cabo, no era un junior como los que pertenecían al clan de los Salinas, y que por lo mismo, podría ser sacrificado sin hacer mella en ese grupo elitista y compacto que, eligió a Colosio Murrieta haciéndolo creer amigo, para en el momento dado, ser desechado.

Sea pues. Vale.

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